Spiga

¿En qué nos habíamos quedado?

Algo tienen los iquiqueños que se reconocen en cualquier parte, siempre se están buscando entre la multitud y casi siempre se encuentran. Y no falta el buen apretón de manos y el abrazo fraterno, ese que surge espontáneo en el brazo izquierdo, allí donde sus raíces se unen directamente con el corazón. Y aunque hayan pasado meses o años desde el último encuentro, no es raro que las conversaciones comiencen donde se habían quedado la última vez, como si el tiempo transcurrido solo hubiera sido una pausa, casi como un respiro (una apresurada escapada al baño para relajar la vejiga de tanto schop justo cuando la conversación estaba en lo mejor).


Nos reunimos en la casa de alguno casi con las patas y el buche y el comentario no se hace esperar -y... ¿qué le ponimos?- Porque entre amigos no le "ponemos", no nos vamos a poner pitucos después de tanto tiempo- Y algo tenemos que ponerle para sazonar el fortuito evento, programado apresuradamente tras un breve encuentro casual y el "podríamos hacer algo", "hagamos alguna cosita" ó "anda pa' la casa" que de ninguna manera son frases cliché para nosotros. Estas inocentes proposiciones son algo que tomamos muy en serio y sabemos las consecuencias que pueden tener dependiendo de la expresión exacta utilizada y por supuesto, del interlocutor.


El "podríamos hacer algo" es el más chileno en su esencia, algo así como "entre Tongoy y Los Vilos", y suele utilizarse cuando no estamos seguros de querer hacer ese algo; "podría ser", "a lo mejor", "de repente", "quien sabe", "en una de esas", frases tan abundantes y recurrentes en nuestro diario vivir y tan arraigadas en el fondo de nuestra chilenidad. El tipo de frases que usamos con los que no son tan, tan amigos, los que no nos caen tan, tan bien y cuando no estamos tan, tan seguros de querer hacer algo, de manera que generalmente, este tipo de proposiciones no terminan en nada, lo que depende en gran medida del interlocutor como decía anteriormente, ya que para algunas personalidades con aura de adhesivo de última generación, la expresión "podría ser" tiene el mismo carácter que lo obligatorio, algo que es casi un hecho y que por fuerza "debe ser". Y llegan antes de las nueve a cualquier reunión programada para cerca de las diez.


El "hagamos alguna cosita" es más coloquial y lo utilizamos cuando realmente queremos hacer algo, es menos chileno, pero mas iquiqueño, y es una franca invitación a un encuentro con aquellos que nos importan, que nos caen bien o que apreciamos sin importar los recursos o el medio, lo importante es juntarse, no importan los detalles accesorios, si las papas son "Evercrisp" o las que quedaban de la última visita a la feria, un poco arrugadas y con raíces incipientes -cocidas y acompañadas con mayonesa no se nota la diferencia- Si el vino es en botella o en caja, si es de cepa con alcurnia o no, si tiene 10 años o 10 meses; igual se va a acabar en la primera ronda. Que importa si lo que termina en la parrilla es pollo, carne, pescado, salchichas o las puras ganas, pero algo vamos a echarle -si es que le echamos algo-, tampoco importa mucho si la cerveza es nacional o importada, lo importante es que esté bien fría y que estemos juntos, por fin, después de quien sabe cuanto tiempo.


El "anda pa' la casa" es un capítulo aparte, obtiene su propia personalidad al momento mismo de nacer de nuestra boca. Puede ser casi una súplica si le anteponemos el "puuuta" alargando la "u", o ser definitivamente obligatorio, una orden marcial y compromiso ineludible si le agregamos el adjetivo calificativo relacionado con aquella que nos dio la vida, usado tan frecuentemente y con tantos fines en nuestros días que ya no ofende ni asusta a nadie y que hay que ver que suena lindo cuando lo escuchamos lejos de nuestra tierra o cuando lo decimos con sincero afecto.


Casi siempre el invitado se acompaña de alguien más (a menos que sea "Conoto" que solía llegar con varios más) y para amenizar la cosa llegan con algún engañito que apenas alcanza para calentar los motores durante las frases de bienvenida y las presentaciones cuando corresponde. Luego una rápida inspección de las reservas para determinar el estado de situación y nos vamos al supermercado o sucucho que esté más cerca -antes nos ibamos derechito a Los Molles- para armar la cosa como debe ser, algunos hacen una vaca y designan un par de emisarios de abastecimiento. En nuestro caso, casi siempre nos vamos todos, apretujados en el mismo auto, o caminando si no es muy lejos, lo importante es aprovechar el tiempo que podamos estar juntos para ponernos al día igual que las viejas copuchentas que solíamos criticar en nuestra juventud.


-Y... ¿en qué nos habíamos quedado? -dice alguien mientras se echa a andar el motor del auto y el ambiente se llena de buenas vibras y nuestros rostros de alegría.