Spiga

Vuelo Nocturno

La primera vez fue de casualidad. Nadie lo había pensado siquiera, pero tras una tarde más bien floja en Palo Buque, al esconderse el sol todavía quedábamos varios insatisfechos que no dudamos en colgarnos las sillas y aparejos en cuanto se levantó una leve brisa del viento que había escaseado toda la tarde. El sol ya había desaparecido del horizonte cuando varios logramos despegar desde la mitad de la ladera del cerro chico; González, Xavie, Master, el Palomo, yo y alguien más que no logro recordar. ¿Petit?


Una de las cosas que más recuerdo es que en cuanto despegué sentí que mi vela se comportaba de forma extraña. Me había costado un tremendo esfuerzo controlarla para ayudarme a subir el cerro antes del despegue, pero en un primer momento pensé que era a causa del viento y de la tremenda excitación que sentía en ese momento, que debe haber rozado la euforia.


Una vez en el aire supe con certeza que algo andaba mal con la vela; los giros hacia la izquierda podía hacerlos sin ningún esfuerzo, mejor dicho la vela tenía una terrible inclinación hacia el lado izquierdo, que debía controlar tirando del mando derecho. El problema comenzaba cuando quería girar hacia la derecha, porque tenía que aplicar demasiada fuerza para contrarrestar la inclinación hacia la izquierda. La fuerza era superior incluso a la necesaria para entrar en espiral y apenas me servía para girar muy lentamente.


Comencé a preocuparme de inmediato porque sabía que algo estaba terriblemente mal.Miraba las líneas de sustentación del lado izquierdo buscando algún nudo, algún enredo o alguna deformación por esa parte que provocara el giro hacia ese lado, pero no encontraba nada. Comencé a gritar a los que pasaban volando cerca, para que me avisaran si podían ver algún corte en la tela en las áreas que quedaban fuera de mi vista (el extradós especialmente), todos me gritaban cualquier cosa menos lo que me esperaba, porque nadie era capaz de ver nada fuera de lo normal, menos aún en esas condiciones de escasa luminosidad que se hacía más y más escasa a cada minuto que pasaba.


Muy pronto tuvimos que recurrir a gritos y silbidos para indicar al resto nuestra posición, porque el gris del nublado cielo se acercaba cada vez más hacia el negro absoluto y los típicos colores chillones de las velas, buzos térmicos y sillas sólo eran sombras gastadas, apenas distinguibles del ruido de fondo. Cinco o seis velas volando en la ladera del pequeño cerro eran demasiadas en esas circunstancias, ya era imposible distinguir los detalles de la ladera, todo era una masa oscura, pero su perfil claramente distinguible del fondo un poco más claro aún nos otorgaba una buena referencia y nos servía de guía para evitar estrellarnos contra el cerro.


Comencé a preocuparme más y más, porque me dí cuenta de que el problema que fuera que tuviera la vela me impediría reaccionar con la rapidez necesaria para evitar un accidente y en un arranque de lucidez comencé a alejarme de la ladera. Me dirigí al área donde se encontraba el resto del grupo junto a los vehículos, en el sector donde la ladera comenzaba a convertirse en plano. Los vehículos aún eran visibles y comencé a maniobrar para aterrizar lo más cerca posible de ellos. Logré distinguir a Canito que se había alejado del grupo para orinar y le pregunté a gritos si le veía algún problema a la vela. El miró hacia arriba y gritó que no había entendido, giré en su dirección nuevamente para acercarme más y poder repetir la pregunta, apliqué un poco de presión en los mandos para reducir la velocidad y repetí la pregunta a Canito que estaba sus buenos cinco o seis metros casi debajo de mí.


En ese momento sucedió, la vela entró en parachutaje y caí como una piedra al suelo. Me pilló totalmente de sorpresa y ni siquiera logré prepararme para el encontronazo, lo más probable es que tuviera las piernas más que un poco abiertas y sentí el golpe directamente en el culo. Me dolió bastante, y debo haberme quejado muy feo porque Canito se acercó corriendo y todo preocupación me preguntó como estaba, si me dolían las piernas, si podía moverlas, que no moviera el cuello, etc.


Me quedé tendido un rato para recuperarme mientras Canito seguía revisándome para detectar posibles lesiones, pero solo había sido un buen susto así que Canito me ayudó a pararme, porque aún tenía la silla colgada a la espalda y luego se dirigió a revisar la vela. Aún no terminaba de sacarme la silla cuando Canito gentilmente me gritó:


-¡Oye Suegro culiao, esta huevá está llena de arena!


-¿Qué? ¿Cómo?- logré balbucear.


-¡Tenís como diez kilos de arena adentro de tu cagá de vela!- tal vez exageraba un poco.


-¿Cómo chucha no me dí cuenta?- me recriminé a mi mismo, más que preguntar a Canito.


-¡Porque soi huevón!- me apoyó psicológicamente Canito.


-Más respeto pendejo- le advertí en tono de broma.


-¿Y que querís que te diga? ¡Mira esta huevá!- se burlaba Canito con su risa característica, mientras levantaba una sección de la vela que parecía una gran bolsa con un montón de arena atrapada al fondo.


Era un montón de arena en realidad. El color negro del borde de fuga, la poca visibilidad, la prisa por despegar y la falta de experiencia se habían confabulado para que yo saliera a volar con varios kilos de lastre indeseable, que alteraban la configuración normal del lado izquierdo, actuando como freno y provocando el giro hacia ese lado que me tuvo tan inquieto durante todo el rato que estuve volando.Curiosamente la arena se había concentrado en un solo lado de la vela, pudimos observar mientras la sacudíamos para sacar la arena atrapada durante la tarde mientras jugaba a mejorar mi destreza, levantando la vela y controlándola sin despegar. No la había limpiado porque supuestamente ya no íbamos a volar, así que había pospuesto la tediosa tarea para el momento antes de partir de vuelta a la ciudad. Me prometí no volver a cometer una estupidez semejante, pero la memoria es frágil y la tarea sigue siendo tediosa.


Cuando nos acercamos a los vehículos y al resto del grupo, ya era noche cerrada, pero el resto de los jotes seguían volando, entre silbidos y gritos. En algún momento escuché la voz del Xavie gritar a todo pulmón desde alguna parte del cielo muchos metros más arriba:


-¡Estoy con Diooooos!!!- lo escuchaba pero era imposible verlo.


-¡No los veo insectos!- ése era Gonzalez.


-¿Alguien sabe como vamos a aterrizar?- la cordura del Master.


-¡Nos vamo a sacar la chuchaaa!- el Palomo aún lo encontraba divertido.


-¡Estoy con Dioooos!!!


-¡Aléjense insectos!


-¡Prendan alguna luuuuz!!!


Saltamos hacia los vehículos para cumplir el último deseo de Master y de alguna forma creamos un par de zonas de aterrizaje para ayudar a los ¿afortunados? que aún seguían volando.El primero en volver a golpear suelo firme fue Master, como muchas otras veces, con pantalón corto, a pata pelada y probablemente sin casco. La aproximación se hacía difícil y debían tratar de permanecer en la ruta que estaba iluminada y la inclinación del cerro no ayudaba mucho que digamos, la maniobra se hacía más larga que de costumbre y debe haber resultado imposible calcular bien las distancias. Afortunadamente en el camino hacia abajo no había ningún tipo de obstáculo, solo el suelo que subía de pronto en pequeñas dunas irregulares.


Todos lograron aterrizar bastante bien dadas las circunstancias, la risa y el buen humor nos desbordaba y me atrevería a decir que ese momento debe estar muy bien guardado en la memoria de todos los que participamos de la pequeña aventura. Ese día marcó un hito para nuestro agrupación informal, llamada peyorativamente por algunos y orgullosamente por nosotros mismos como el Lado Oscuro y una nueva chapa para el Master ahora apodado "Murciélago" porque ya no volaba de día, solo lo hacía de noche.


Por supuesto que tratamos de repetir el evento, pero las condiciones climáticas no suelen ser tan favorables así que solo hemos logrado hacerlo un par de veces más en los muchos viajes que realizamos a Palo Buque y nunca pudo ser lo mismo. Varios encontronazos con el cerro nos han hecho dudar de que sea tan buena idea después de todo, pero nunca se sabe.


Tal vez el próximo fin de semana haya luna llena.