Tour Pisagua 2003 (3a. Parte)
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Día 1: Todo empezó por culpa del Suegro que se puso a roncar, despertó a la Tía, que se levantó puteando, se fue a molestar al Willy para que le pasara la llave del furgón y poder sacar su mochila llena de cosas de mujeres. El aludido debe haberse sentido profundamente feliz cuando le explicó que el furgón estaba abierto porque Master durmió allí, entonces ella se fue muy contenta y con la conciencia tan tranquila a sacar sus cosas, pero como había descansado tan bien y tenía tanta energía acumulada de la noche anterior, le pegó tal tirón a la puerta del furgón que le quitó automáticamente la cura y casi le provoca un ataque cardiaco al pobre Master con la bulla que hizo. No contenta con eso y a modo de disculpa con Master, le sugirió que despertara al Pelao, Cano y al Suegro que seguían durmiendo a pata suelta adentro de una de las carpas. No pasaron ni 3 minutos que Pelao y Cano habían despertado cuando el resto del grupo se vió en la obligación de levantarse, gringas incluídas. Canito tuvo la ingrata misión de meter la cabeza dentro de la carpa de Golpeadito, y pudo observar en primera persona que el piso de la carpa tenía unas manchas de muy mal aspecto alrededor de la cabecera del saco de dormir, se acordó de sus mejores trancas y dijo que se sentía peor que los pedos del Pelao ¡Puajjj!).
10:00 Hora del desayuno. Teníamos jugos, pan, tomates, huevos, una cocina que no funcionó, porque estaba coja de unos fierritos y además no tenía gas, una segunda cocina que tampoco quería funcionar por un problema logístico (nadie sabía como encenderla, hasta que Llavero, que venía llegando de un trámite Tsunami, atinó) y luego alguien que pregunta:
-¡Pelao! ¿Dónde está la sal?-
-¡Chuuucha, te dije que me hicierai acordar!- Se disculpó el pendejo, tratando de endosarle el problema a alguien más, como buen chileno.
-¿Alguien trajo sal?- Respuesta negativa. Luego el pendejo trató de arreglarla diciendo:
-El Cabecita se viene mas rato y seguro que trae, esos huevones son re’ preparados- haciendo alusión directa al uniforme de Cabecita y dando por solucionado el problema.
Repollo rebuscó entre sus cosas y encontró varios sobrecitos de... azúcar (recuerdos de algún Servicentro) más uno minúsculo que al parecer contenía la mitad de la mitad de un gramo de sal y una cucharita dorada como de plaqué, que probablemente perteneció a la abuelita de su abuelita. Seguimos cocinando los huevos y picando tomates por inercia, con el convencimiento de que iban a saber como la mierda sin sal, cuando la Tía hace una de sus entradas triunfales y dice:
-Ahí les traje un poco de sal chiquillos- Se escucharon vítores de triunfo hasta en inglés con la noticia, a pesar de que el “chiquillos” me quedó retumbando en la cabeza con un eco que terminaba así: “eonaos... onaos... naos...”
-El envase que tengo que devolverlo y si le pasa algo voy a tener que pagar yo- Insistió la Tía, pero no alcanzamos a responder a la advertencia ni a hacer ningún chiste sobre su estupenda humanidad que tenía con crisis nerviosa a algunos, porque ya todos teníamos la boca ocupada con una mezcla un poco desagradable de huevos con tomate y bastante sal, porque se cocinaron los huevos primero y luego le agregamos el tomate. Bueno, para mañana lo iremos a preparar en el orden correcto. Y aunque el desabrido jugo Yuz no había sido una decisión muy acertada, el pan no estaba tan, tan duro así que teníamos suficiente como para sobrevivir hasta la hora del almuerzo.
-¡No se olviden de llamar a Cabecita para que traiga sal!- dijo alguien.
-¡Más chelas!- propuso Master.
-¡Y un ron!- agregó el Pelao.
-¡Y un par de botellas de vino!- ése era el Suegro.
-¡Y más pan!- por supuesto ella... la Anaconda Solitaria; la Tía.
-¡Unos litritos de petróleo!- suplicó el Willy que ya se las veía negras para el regreso.
-¡Un conforrr....!- gimió Canito desde alguna parte.
-¡Tomeitos... letuzz!- adivinen quién.
Como estábamos a un costado del camino, bajo meseta, la huella era angosta y se formaba un rotor bastante molesto que impedía inflar las velas, así que decidimos que el piloto descendiera un par de metros por la ladera mientras un par de personas sostenían la vela en el borde y le ayudaban a levantarla, al estilo del viejo Patillos... Hasta allí todo bien, ahora: ¿Quién va primero?... ¡Necesitamos un fusible!... ¡Un crash-dummy!... (en lugar de un wind-dummy). Todos se miraron, Repollo y Llavero estaban en otro sector, así que el Suegro dijo: -Ya, yo voy primero- con el convencimiento de que era lo mejor en ese momento, ya que a Pelao y Golpeadito les faltaba un poco de experiencia, especialmente con ese tipo de despegue y a que el Cano siempre la caga, Master por su parte venía saliendo recién de la diálisis así que mejor que sacara las fotos no más.
12:00 Hrs. aprox. A pesar de lo complicado que se veía el despegue, el Suegro no tuvo mayores complicaciones y despegó a la primera oportunidad que tuvo de inflar bien la vela. Recorrió un poco la zona para tantear el terreno y la posibilidad de alguna térmica, encontró algo un poco más al sur de la zona de despegue y luego se devolvió hacia el norte, hacia el sector donde estaba Tsunami, pero comprobó que era pura pérdida no más, así que volvió a enfilar hacia el sur, esperando que alguien lo siguiera, marcó la térmica nuevamente y luego decidió avanzar un poco más todavía para comprobar si era posible avanzar hasta el campamento base, en la zona de camping, y aterrizar en la pequeña playa que hay allí. El viento comenzó a soplar más fuerte, por un momento no tuvo penetración y comenzó a subir más de lo que quería, así que decidió apartarse un poco del borde del cerro, hacia el mar para tomar algo de descendente, aprovechando que en esa dirección no enfrentaba al viento, mientras esperaba que alguien más despegara. Se le pasó un poco la mano con la distancia que puso entre él y el cerro y cuando giró para volver a la zona de despeque se dió cuenta demasiado tarde que el Cano ya estaba volando y había seguido su ruta inicial, enfiló hacia el cerro con el viento de cola y agarró una tasa de caída mayor de lo que esperaba, así que cuando llegó al borde del cerro, no tenía la altura suficiente como para recuperarse y a pesar de sus esfuerzos, se vió obligado a aterrizar a un costado del cementerio. El Cano por su parte, se sintió solo, se devolvió hasta la zona de despegue y decidió hacer un par de 360 cuáticos, bastante escarpados que terminaron siendo 5 giros, y con la tremenda clavada que se pegó la vela, quedó en la misma condición que el Suegro aterrizando a un par de metros de él y diciendo una cantidad de palabrotas que debe haber importunado hasta a los muertitos, al tiempo que reclamaba que le devolvieran la plata. A continuación despegó Pelao, que siguió casi la misma trayectoria que el Cano, pero con una vela de menor planeo, de modo que aterrizó en menos tiempo junto a los otros dos, y por último pero no menos importante, Golpeadito también despegó sin incidentes, y como los vió a todos aterrizados al lado del cementerio, no quiso ser menos y se vino a hacerles compañia.
Luego del triste espectáculo, y probablemente porque el sitio elegido por ellos para despegar, a pesar de lo lindo que se veía, no reunía las condiciones necesarias, Tsunami decidió no despegar ese día y se dió por concluída la sesión del primer día. A pesar de lo poco que se había volado, el sitio tenía algunas condiciones espectaculares y si no hubiera sido por algunas decisiones erróneas, no hubieramos aprendido una nueva lección.
Después de media hora de calor abrasador, el furgón multipropósito pasó de largo por el costado de los pilotos que lo esperaban a un costado del camino porque ¡Iban a hacer turismo al cementerio! Menos mal que Master se apiadó de los pobres seres, que se habían acomodado como pudieron en una de las depresiones que abundan en el terreno y se vino caminando desde allá con una caja de jugo en una mano y una coca-cola de tres litros (con riesgo de su vida) en la otra y para los que se lo habrán preguntado, la respuesta es: Sí, venía a pata pelada.
14:00 Hrs. Almuerzo de camaradería; veamos... Cabecita no llegaba con la sal... -¿Alguien se acordó de llamar a Cabecita pa’que trajera lo que falta?-... Hmmmm... sólo el Pelao dijo que no se había podido comunicar y yo le creo al Pelao porque tenía mucho interés en encargarle otra botella de Havana.
No creo que sea necesario mencionar que no había papel para ayudar a prender el carbón, Llavero que parece que fue Boy Scout o pirómano, se puso a la tarea de juntar algunas ramitas para hacer una pequeña fogata, con un poco de confort y unas servilletas, el asunto se demoró más de la cuenta, pero al final agarró cuerpo el fuego y el Suegro empezó a hacer una pirámide de carbón arriba.
Mientras tanto, los que todavía tenían energía se fueron a jugar a la playa con las velas, pero después de 15 minutos de pasar sustos y arrastrones se canceló la misión. Claro que los 15 minutos duraron una eternidad, porque el viento estaba de miedo y encima se arrachaba, así que imagínense las situaciones de caos y descontrol que se ocasionaban, Llavero terminó con un par de cortes en una pierna producto del roce de las líneas mientras la vela lo arrastraba por la arena que era un gusto, después de un Mc Twist. Repollo también tuvo lo suyo cuando casi se va contra las rocas que eran casi tan filudas como la lengua del cronista. Pelao tuvo su primera experiencia con un negativo como a dos metros de altura y el Cano salió disparado de entre las mismísimas manos del Master a quien se le perdió de vista por una fracción de segundo, hasta que lo descubrió suspendido a 6 metros sobre su cabeza producto de una megatérmica +9 a nivel del suelo, que a lo mejor fue provocada por él mismo. Dicen las malas lenguas que Canito tenía en su cara la misma expresión que usan los paracaidistas en el primer salto.
Después del adrenalínico juego y de vuelta en la parrilla, el Suegro le echaba carbón al fuego que para eso es bueno, Master se la jugaba fileteando la carne con su Victorinox, Pelao trozaba un pollo y sacaba unos tarros de champiñones, palmitos, cholgas (en tarro), mayonesa y una salsa de locoto que estaba mortal, de quien sabe donde. Las gringas que resultaron ser vegetarianas, se llegaron a relamer los bigotes con las cholgas. Por favor, no se pasen rollos ni piensen en los canales premium y escenas lésbicas, porque nadie tuvo la falta de delicadeza de volver sobre el tema de las cholgas importadas. Hasta la tía salió del estado de hibernación en que se encontraba dentro del furgón debido a la mala noche que pasó (según ella) cuando escuchó el batir de mandíbulas, el sonido del abrelatas, observó que había mucha gente alrededor de la mesa o percibió el olor a comida.
En algún rato Llavero se fue a hacer otro trámite Tsunami y por más que pataleó el Suegro, terminó encargado de la parrilla por enésima vez, por lo menos esta vez no tuvo que preparar el pebre porque Pelao lo reemplazó con la salsa de locoto que ¿mencioné que estaba mortal?. Las reservas de cerveza comenzaron a descender peligrosamente debido al calor que llegó a hacer en algún momento. Alguien se la había jugado con una bandeja de arroz graneado que no se lo quisieron comer ni las gringas, así que se envolvieron algunas papas en papel alusa y así mismo se tiraron entre las brasas, con lo que se logró que disminuyera el poder calorífico efectivo del carbón como en un 50% y todo se empezó a demorar. Al mismo tiempo Repollo y las gringas se la jugaban con una ensalada a la chilena-agringada, que iba a empezar a pedir sal ligerito, de modo que el ingenioso Master agarró un par de latas de cerveza y se fue a jugar al trueque por allí. Esto deja evidencia clara del valor que Master le asigna a la cerveza, llegándola a considerar una especie de moneda de cambio tan dura como el dólar, el yen o el euro. Algo similar debe pensar respecto del término “liquidez”, me imagino.
Con suerte, para no usar ese chilenismo que suena tan feo, empezamos a comer como a las 15:30 Hrs. (los que estaban más lejos de la parrilla), porque Willy, la Tia, el Suegro, Pelao, el Cano y Master se acabronaron alrededor de la misma logrando impedir que la poca carne que terminaba de cocinarse medianamente, llegara hasta la mesa durante un buen rato.
16:00 Hrs. Llegada triunfal de Cabecita, que no traía a Malacaña, ni sal, ni pan, ni ron, ni vino, ni nada que sirviera al grupo. Alguien mencionó muy acertadamente “Cabecita rechu-piiiiiiiiiiiiii no trae lo que tenía que traer y trae lo que no tenía que traer!!”, porque llegó con un pack de cervezas Dressler (¡Puaj!) y una tabla de madera que impregnaba la carne con un gusto a perro muerto o algo más fétido, y que terminó bien lejos de la parrilla, al igual que una olla de arroz preparada con mucho amor, pero con muy poco gusto culinario, que terminó a un costado del tarro de la basura, blanco e inmaculado, respetado hasta por las moscas y los perros (pienso que todavía debe estar allí donde lo dejamos).
17.30 Hrs. Cabecita había llegado con ganas de volar y quería demostrar... ¡ejem, ejem!... sus habilidades de flamante instructor despegando con el viento de lado, trató de motivar al público presente y al único que le quedaban ganas de volar en parapente era al Golpeadito, así que allá nos fuimos a probar una zona que prometía ser la más complicada de todas, el viento corriendo casi paralelo al cerro y un poco arrachado no era recomendable para pilotos poco experimentados. Los pilotos se ubicaron en la carretera, Cabecita despegó al toque y se fue derechito a aterrizar no más pé (Por la cresta, todavía no se me quita el dejo). En realidad no se fue derechito, porque si apunta la vela hacia donde quería aterrizar hubiera llegado al cementerio con la deriva, así que enfrentó al viento, y se cargó un poco a la derecha para que la vela se deslizara de lado hacia la playa, volando casi con nada de penetración y aprovechando solo la descendente. Logró aterrizar magistralmente en la pequeña playa que se veía minúscula desde el cerro, afortunadamente alguien andaba con binoculares, así que pudimos observar su maniobra con lujo de detalles, incluso se dió tiempo de jugar a las arrastraditas mientras se daba vuelta para bajar la vela (me recordó a Llavero).
Golpeadito no tuvo tanta suerte y nos hizo pasar un par de sustos de miedo cuando trataba de despegar. En el primer intento y debido a que el viento estaba un poco fuerte, se quiso asegurar y levantó la vela con un movimiento rápido y enérgico que la hizo acelerar un poco más de lo necesario, así que se vio obligado a frenarla bruscamente para que no se le pasara de largo. Supongo que todos los plumíferos ya se imaginarán lo que pasó; piloto volando sorpresivamente a más de 1 metro de altura, giro incontrolable del elemento silla-piloto y aterrizaje de espaldas (Por suerte, Golpeadito tiene mucha experiencia en este tipo de situaciones, así que no paso a mayores). Los siguientes intentos fueron un poco más mesurados, pero el viento seguía fuerte y la vela se arrancaba de lado hacía fuera del cerro, arrastrando a Golpeadito hacía el precipicio y se veía obligado a mandarla a tierra antes de una catástrofe de proporciones. Luego había que rescatar su vela de entre las piedras que atrapaban las lineas desde una pared de tierra que tenía un angulo de inclinación cercano a los 90º... Bueno ya, 85º.
Despues de varios intentos, cortar una linea, anudarla en un tiempo record gracias a la pericia de Canito, que ha adquirido una habilidad increíble en la materia y volver a golpear la vela un par de veces, logramos convencer a Golpeadito-Porfiadito de que el viento ya se había vuelto demasiado fuerte y el asunto estaba muy pelúo, para él y para los sacos de pelotas que tenían que descolgarse acrobáticamente por el cerro para rescatar la vela, formando cadenas de brazos para poder lograrlo incluso, así que, con gran alivio de los presentes, nos fuimos de vuelta al campamento con las estadísticas a nuestro favor (0 incidentes).
Lo paradójico de toda la situación descrita anteriormente es que los que aconsejaban a Golpeadito a abortar la misión y lo amenazaban con sacarle la cresta ellos mismos, eran Master, Suegro, Cano y Pelao, porque Tsunami+ había decidido no subir a volar al cerro. Como diría más de alguien: “El mundo al revés”.
Después bajamos cantando alegremente, una versión libre de “Patos, pollos y gallinas van...” que dice más o menos así:
El porfiado piloto quería volar
trataba y trataba y no podía volar
Lado Oscuro, su amigo, le quiso ayudar
y de la cresta ‘e la loma lo hizo saltar....
Falsete: ¿y que le pasó al porfiao?.
Coro:
Mierdaaaaa. El porfiao se hizo mierdaaaaa
Mierdaaaaa. El porfiao se hizo mierdaaaaa.
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