Tour Pisagua 2003 (4a. Parte)
18:45 Hrs. Retorno al campamento base. La oscuridad nos sorprendío en el camino y tuvimos que llegar a organizar un poco el carrete, perdón, la cena de camaradería subsiguiente, organizando las carpas, ordenando y limpiando los restos del almuerzo, buscando los vasos y preparando la iluminación necesaria para que todo estuviera perfecto, como corresponde a los señores del Lado Oscuro ante tan magno evento y aquí empezó un show aparte, que daría para escribir varios capítulos de un libro y que me voy a ver en la necesidad de resumir por razones espacio-temporales.
Voy a empezar por el maldito grupo electrógeno que trajo Canito y que, evidentemente, nadie tenía la más puta idea de como encender, o se hacían los locos para no tener que aplicarle el punche necesario a la maquinita. A pesar de las marquitas de pintura blanca que adornaban el aparato y que le hubieran servido de manual de instrucciones a un neanderthal e incluso a un gringo, quienes no hubieran tenido ningún tipo de problemas para descifrar el funcionamiento (o el oscuro arte del encendido del artilugio mecánico), del cual íbamos a depender en las próximas horas. Durante largo rato, y muy probablemente por la proporción de alcohol contenido en el torrente sanguíneo de los interesados, nadie fue capaz de echar a andar la máquina del infierno. Aquí fallaron los obreros, los capataces, los técnicos, directores y gerentes e incluso los ingenieros de la organizada expedición, y si no hubiera sido por la tozudez del Suegro y la fuerza bruta del Willy, la comida habría sido a la luz de las velas aromáticas de Golpeadito.
-¿Donde están las ampolletas?- preguntó el Suegro.
-El encargado del motor supongo que las trajo- dice Pelao mientras apunta al Cano.
-¡Ahora si que nos cagamos!- sentencia el Master.
-A mí me pidieron el motor y ahí está la huevá- Se justifica el susodicho, alzando las manos.
-¡Putas el pendejo desordenao de mierda!- lo reta el Master. -Si ya trajiste el motor, los cables y los soquetes, ¿pa’ que mierda ibai a traer las ampolletas, cierto?.
-Aquí traje un par de ampolletas- aparece Salvatore Cabecita, antes que el Master filetée a Canito con la Victorinox..
-¿No ví que son preparaos estos huevones?- le recalca Pelao al Suegro, recordando lo que dijera más temprano.
-Aquí tengo unas sillas- aparece de la nada Hiper-Golpeadito, y todos se quedan mirando a todos, con la risa estancada en alguna parte, esperando a que alguien diga lo que están pensando...
-Este huevón me da miedo- cuchichea el Suegro a la Tia -¿Cachaste la cantidad de huevadas que ha sacado de la camioneta?.
-Me pareció ver un frigobar- le sigue la corriente la Tía.
-Pensé que era un baño químico- interviene el Willy, sembrando la duda.
-¿Viste la ducha?- dice el Pelao en tono de pelambre dirigiéndose a la Tía.
-¿Y las almohadas conchetumadre?!! -Se integra el Master a todo volumen y todos se cagan de la risa, mientras Golpeadito arma una de las sillas plegables de director de cine al lado de la parrilla un poco ajeno al pelambre.
-¿Leyeron el mail que les mandé?- pregunta el Suegro, echándole otro poco de carbón a la hoguera de las vanidades.
-¿Cuál de todos?- pregunta el Pelao.
-El de "Como reconocer a un maricón"
-¡Muy bueeeno!- dice Pelao -me cagué de la risa- y casi de inmediato empieza a reirse a carcajadas..
-¡Ahhh, ya caché!- dice el Pelao que es un poco lento con algunos chistes.
-¡El huevón no tiene ponchera!- muriéndose de la risa.
-Te apuesto a que tiene un gato- dice el Suegro agregando su risa.
-Si no hubiera baño, no habría venido- pone su cuota el Cano.
-¡Por eso trae el baño químico!- participa el Willy, pegándose en la frente.
-Yo lo ví manejando con las dos manos- dice la Tía, última de copuchenta.
-¿Cachaste que andaba mirando las fechas de vencimiento de los jugos en el súper? -lo termina de crucificar el Master.
-Lo único que falta es que mañana aparezca con crema en la cara, gua-ja-ja-ja!- el Suegro le siguió echando carbón al fuego aprovechando que estaba a cargo de la parrilla en ese momento.
El grupo se unía y se disociaba por momentos, Tsunami andaba un poco preocupado por las gringas-vegetarianas-que-no-comen-carne y deben haber estado con un diente-de-este-porte, luego se iban a hacer trámites Tsunami para aplacar un poco el hambre de las gringas, porque los tomates con cebolla no es mucho lo que alimentan, para que estamos con cosas. Luego aparecían todos con más hambre que al principio, en una especie de circulo vicioso.
-Tengo una duda- dijo el Suegro -Si las gringas no comen carne... ¿Cómo se reproducen?.
-¡Por inseminación artificial pos huevón!- dijo el Master.
-Pa’ mi que se clonan- aportó el Pelao- mientras todos se morían de la risa, incluyendo a la Tía que lo encontró de lo más gracioso.
Los Pendejos Dinámicos todavía tenían millones de energía copete-voltaica y decidieron ir a buscar ramitas para hacer una fogata, se dieron un par de vueltas por aquí y por allá y apenas encontraron unas ramas cagonas medio húmedas. Deben haber pensado en sacarle un par de tablas más a la cabaña, pero ya todos habíamos visto el letrero, Golpeadito estaba sobrio, y Cabecita estaba presente ahora para poner un poco de orden, así que ni lo mencionaron siquiera.
-Alguien que vigile a ese par de huevones- advierte el Suegro, cuando los ve subir por el cerro hasta donde se encontraba una frágil estructura que sostenía dos tambores de agua. Las luces de las linternas que llevaban recorrieron todos los recovecos de la estructura, mientras los pendejos se movían como hormigas a su alrededor.
-No me vai a creer Master, pero ese par de huevones allá arriba, me provoca más miedo que mi despegue de hoy en la mañana, e incluso que el intento de despegue de Golpeadito en la tarde- le confesó el Suegro a Master.
-Esto me recuerda el aluvión de Antofagasta- dijo Golpeadito, que escuchó su nombre y quiso participar porque también empezaba a preocuparse.
Afortunadamente los pendejos usaron la neurona que les sobra y decidieron venir a pedir permiso para sacar un palo que “estaba sobrando” en la estructura. El Master los acompañó, y al parecer el palo, que resultó ser un tablón de 6“x2“x3 metros no prestaba mucha utilidad porque, estaba amarrado con unos alambres cagones según el Master y los depósitos de agua seguían en su lugar cuando nos vinimos.
Supongo que fue Pelao quien comenzó a preguntar por la botella de vino. Comenzaba a hacer sed y resulta que todos habían visto la botella, la veintiúnica que quedaba, pero nadie sabía donde estaba. El orden no es nuestro mayor don, no señor, no. En ese momento se pudo haber estropeado el paseo, porque nos quedaban casi exclusivamente las cervezas y comenzaba a hacer un poco de frío, de modo que todos le hacían el quite, excepto el Master que no transa. Se organizó rápidamente una expedición de rescate que se aventuró en el pueblo para proveernos de los suministros imprescindibles para la continuación de la juerga, perdón, de la actividad.
Mientras se hacían los preparativos para tirar la carne a la parrilla, ¡apareció el vino!, y comenzó a mejorar el semblante de algunos, me refiero al Suegro y al Willy. La Tía se hizo cargo de la botella para que no se fuera a perder de nuevo y se acabronó en el asiento delantero del tándem para 8. El Master por su parte, comenzó a alucinar y vió un espíritu aparecido de la nada.
-¿Y usté que hace allá tan solita que no se acerca?- dijo de pronto el Master mostrando unos colmillos enormes y algunos lo miraron como bicho raro. El Willy casi se muere del susto cuando el ánima tomó una de las sillas de Golpeadito y se acercó a la parrilla, aceptando la cerveza que le ofrecía el Master. La invitada que parece que era paracaidista y andaba en el grupo equivocado le pidió al Suegro que le invitara un cigarro. -Es que no pude traer los míos- se disculpó. Después de 20 minutos le había pechado dos cigarros más, dándole sinceras disculpas y explicaciones por importunarlo de esa manera.
Al poco rato llegó la expedición de rescate con cara de triunfo y un gran escándalo. Llavero traía un vino blanco marca Tsunami porque nadie más le hizo barra. Cabecita es más inteligente y llegó con el tinto, Willy recordó que había traído un pisco Bauzá desde Iquique y había que puro encontrarlo, y por supuesto, Pelao Nunca Falla, se las ingenió para hacerse de un ron (Mitjans) y enseñarle a la dueña de la botillería del pueblo como se preparan los mejores “Cubas Libres”. Y las gringas parece que habían aprovechado de comerse un guiso de lechugas porque llegaron con mejor semblante.
Cabecita se hizo cargo de la parrilla, empezó a tirar lo que encontró, menos papas en alusa que, todos estuvieron de acuerdo, no era necesario. Estábamos gritando-conversando de lo mejor cuando se detuvo el motor y se apagó la luz, quedando en una oscuridad casi absoluta con excepción de las brasas ardientes de la parrilla.
-¡Apuesto que fue Canito!- dijo Pelao, que lo había visto caminar en dirección del motor.
-¡Putas el pendejo de mierda, bueno pa’ hacer cagadas!- lo apoyó el Master, y si no le sacó la cresta fue porque no podía verlo.
-¿Por qué mierda apagai el motor? -inquirió Cabecita, perdiendo su paciencia natural.
-Pa’ que podamos hablar tranquilos poh- se disculpó el acusado -Es que mete mucha bulla la huevá- dando por zanjado el impasse.
-Claro que mete bulla, pero tení que esperar a que se cocine la carne pos pendejo! -lo retó el Suegro recordando la odisea del encendido del aparato.
-Ya Pepe, tai clarito- le dijo el Suegro al Willy musculoso después de respirar profundo y contar hasta diez. -Yo enrollo y vos tirai el cordel.
Afortunadamente, el motor prendió casi enseguida gracias a que ya le sabían el truco, y se dió por olvidado el incidente, hasta que Canito decidió sacar una cerveza de un Coleman llenando la tapa de tierra. Y se empezaron a elaborar teorías de porque Canito era tan pero tan torpe, para algunas cosas y para otras no, y por supuesto, tan arraigadamente desordenado; Un huevón al lote pero... “genéticamente programado”. El Suegro concluyó que Canito tenía algún problema psicomotriz, el Master quería mandarlo a hacer el servicio militar, la Tía y el Willy se cagaban de la risa y el Pelao lo defendía diciendo que el huevón siempre ha sido así.
Nadie se dió cuenta como llegó el ánima a estar sentada junto al Master que le metía cháchara como a él le gusta, mientras ésta le pedía más cigarros al Suegro, disculpándose cada vez con más cuática. La carne y los chorizos empezaron a salir de la parrilla en tal abundancia que parecía que no se iba a terminar nunca, en medio de esto se asoma el Pelao y mira a la Tía que estaba calentando la botella de vino entre las piernas.
-Así que ahí estaba la botella que me faltaba- bromea el Pelao, sintiendo un poco de envidia con el privilegiado envase, supongo.
-A mí me la pasaron- se defiende la Tia.
-Estamos tomando vinito navegao- repone el Suegro, malicioso, y Pelao lo mira extrañado.
-¡Navegao en canoa huevón!- le aclara la película el Suegro arriesgándose a que la Tía le diera un botellazo ahí mismo.
-¿Alguien tiene confor?- preguntó un poco preocupado Pelao, cambiando de tema y la expresión en su rostro.
-Aquí tengo- dice la Tía, sacando un rollo de entre medio del montón-de-cosas-de-mujeres que cargaba en su mochila.
-¡Hey Canito!- partió el Pelao con el rollo de confor bajo el brazo.
No había pasado ni un minuto cuando Pelao estaba de vuelta con el rollo de confor bajo el brazo y tratando de integrarse a los que estaban alrededor de la parrilla, mientras Canito andaba muerto de la risa.
-Puta que soi rápido- le dijo el Suegro, asombrado -¡La cagaste!-
-¡Nooo!- intervino el Cano -¡No la cagó ná. Gua ja ja! ¡Gua ja ja!! (poner risa de Canito)
-El maricón me pidió que lo acompañara un poco más allá donde está oscuro- Lo empezó a vender como Judas el Cano.
-Me dijo que lo siguiera hasta por ahí y que le avisara si no lo veía- continuó el Cano. -Así que esperé que se bajara los pantalones y le grite: ¡No te veo Pelao, no te veo!!! ¡Gua ja ja!
Durante un rato, Pelao fue el motivo de burla oficial, mientras trataba de explicar lo inexplicable. Algo más tarde, le volvió el alma al cuerpo y se reconcilió con el Cano, así que el Dúo Dinámico Simbiótico Psicomotor se apoderó de la mesa y la convirtieron en un improvisado bar, preparando piscolas, cubas libres y quien sabe que otro tipo de mezclas extrañas. Y le ofrecían copete a todo el mundo, especialmente a las gringas. El ánima encontraba suaves todos los tragos que le pasaban, el Master los probaba y se ponía medio verde, el Suegro tosía con puro sentirle el olor. Alguien le cambió el nombre al Dúo porque ya se estaba haciendo difícil pronunciarlo.
-¡Barman y Robin!- creo que fue Cabecita.
-¡Barman y Droguin! -aporte del Golpeadito.
-¡Bad-Man y Droguin! -el Suegro no se podía quedar callado.
-¡Bad-Gay y Droguin! -dice alguien más, pero la cosa queda ahí no más.
Los Psicomotores se mandaron el mejor show en ese rato, Canito hacía malabarismos con una botella en una mano, mientras le arrojaba hielos a Pelao que estaba como a cuatro metros, recibiéndolos en un vaso. Las botellas bailaban, los hielos volaban y los limones hacían fila para participar en la fiesta organizada por los pendejos en beneficio de la comunidad presente.
Se acabó por fin la carne y se organizó la fogata oficial, que duró un poco en comenzar, producto de una dureza poco natural de la viga que se resistía en cuerpo y alma a arder en llamas. Le rociaron bencina, le pusieron ramitas abajo, luego carbón, más bencina, la pusieron de lado, de canto, de guata y de espaldas y no agarraba fuego el palo de mierda, hasta que por fin se encendió tímidamente, tan tímidamente que era necesario rociarle un poco de bencina cada cierto rato. En algún momento el Pelao convenció al Suegro que lo acompañara por ahí en un tono algo misterioso, y afortunadamente partió rumbo al baño mientras el Suegro, sin soltar el vaso de ron, le trataba de explicar lo irracional de su maricona conducta. El Willy ya estaba marcando territorio en el baño que tenía más luz que una cancha de fútbol, así que el Suegro dejó al Pelao a cargo del Willy y partió de vuelta al campamento. Con la visión periférica alcanzó a distinguir un bulto que se movía allá abajo cerca de la playa, aguzó la vista y le pareció distinguir al Master, entró a preocuparse al verlo tan cerca del agua, así que partió hacia allá. Menos mal que no estaba Pelao porque se habría cagado allí mismo. Las gringas tienen que haber pasado el susto de su vida cuando vieron al Suegro-Chupacabras aparecer de la nada, con un vaso de ron en la mano, menos mal que llevaba el vaso, así que lo identificaron casi enseguida, aunque no se explicaran su presencia allí. Porque a causa de la oscuridad, la miopía y el astigmatismo, el Suegro confundió a la Kim Bassinger con el Master. Su alarma y preocupación había sido en vano, porque sólo se trataba de Tsunami+ que estaba haciendo alguno de esos trámites que requieren un poco de privacidad, supongo, porque no lo invitaron a quedarse a mirar las estrellas (todos tenemos algo de egoísmo al fin y al cabo, y el Suegro andaba sin variómetro, radio y ni siquiera un plan de vuelo).
El Llavero había dicho que la gringa Erika estaba de cumpleaños, y propuso que había que celebrarlo como corresponde, por eso, a las 12 de la noche Barman y Droguin le prepararon uno de sus tragos “especiales” que supongo que habría matado a un elefante, y la gringa ¡se lo tomó al seco!, mientras algunos no creían lo que estaban viendo. Le sacudieron la cabeza y luego el manteo correspondiente y la gringa seguía como tuna. Golpeadito comenzó a sospechar que tenía una misión difícil y Master seguía allá lejos de la acción, porque no podía desprenderse del Anima de la Lapita, que era más pegote que la cresta con poxipol, y que por fin había sentido el golpe de los copetes psicomotores. Encima los pendejos decidieron celebrar el cumpleaños del Anima y le prepararon un trago parecido al de la gringa, el Anima se hizo de rogar durante 2 segundos y después se mandó la mitad del copete al seco. Se lo hubiera tomado todo si los pendejos no le hubieran echado tanta sal. Nadie se dió cuenta de que Master se perdió, ni siquiera Cabecita que estaba en misión comando, aplicando técnicas altamente especializadas de extracción de información, de esas que usan “ellos”, medio camuflado por la oscuridad, hablando bajito mientras interrogaba y trataba de engrupirse a la Tía con quien sabe que historias de ficción o cuentos maravillosos donde él era el héroe, pero parece que la Tía se los sabía todos, e incluso le contó algunos nuevos. Una de las pocas personas que se percató de la ausencia de Master fue el Anima de la Lapita que lo echó de menos y se fue a buscarlo. Casi lo encuentra, haciendo Yoga absolutamente concentrado, justo cuando estaba pidiendo perdón por comer tanta carne con salsa de locoto.
Al final, el Anima de la Lapita pilló igual al Master, aunque no me consta si estaba con los pantalones abajo todavía. Master tuvo que recurrir al paracaídas de emergencia y se las arregló para endosársela a la Tía, que no la aguantó ni cinco minutos. Luego se acercó peligrosamente al Suegro para seguir pechándole cigarros y meterle conversa despontricando contra todo y contra todos, gritándole en el oído. El Suegro aprovechó que el Master se iba arrancando de nuevo para arrancarse él también, y aunque el Anima insistió firmemente en ir ella misma a buscarlo, el Suegro no se dejó convencer y apretó cachete en dirección al Master, a quien ya se le había perdido el GPS y, efectivamente resultó que estaba huyendo de la lengua de enredadera del Anima de la Lapìta, que casi lo tenía atrapado entre sus pegajosas redes, igualito que en “El Día Menos Pensado”. Fue necesario el esfuerzo conjunto de Pelao y el Suegro para traer a Master de vuelta antes de que se fuera caminando a Iquique a pata pelada.
Afortunadamente cuando volvieron, alguien había ayudado al Anima en un procedimiento de aterrizaje de emergencia con viento de cola, en alguna carpa, Tsunami había hecho lo mismo, pero haciendo “orejas gigantes” y B-Stall, y Golpeadito vigilaba estrechamente a la Erika Eleniak, que en algún rato se fue al baño, pero en el camino la pilló una turbulencia o el rotor de viento que producía una carpa y se sacó la cresta cuando se fue de hocico al suelo. Era dura la gringa pero no tanto. Al rato apareció Golpeadito buscando a la gringa que se le había perdido en el camino a los baños, preguntándole a los pocos que quedaban si la habían visto pasar. Nadie la había visto así que le pasamos un GPS y un mapa, y lo mandamos de vuelta al sector de los baños. Después de media hora, Golpeadito volvió con la frustración dueña de su rostro porque había encontrado a la gringa durmiendo raja en la carpa de Tsunami.
En algún momento alguien observó movimiento sospechoso en una de las carpas, de la cual salió gateando el Anima de la Lapita buscando un lugar para vaciar su estómago que debe haber sido un revoltijo de mierda en ese rato. Un amable Lazarillo de Pisagua se tuvo que hacer el valiente y acompañarla en esos menesteres para que no se sacara la cresta en el camino que estaba lleno de obstáculos. Mientras el Cano, Suegro, Pelao, Willy y la Tía se morían de la risa.
Luego se fueron la Tía con el Willy, mientras los pendejos y el Suegro le echaban maldiciones por traidora, porque la Tía, que no tiene un pelo de tonta, cuando fue a despertar al Willy en la mañana se dió cuenta que el guatón estaba durmiendo a todo pasto sobre un colchón inflable que se sentía como los dioses, así que decidió cambiarse de casa.
Todavía quedaba un poco de tablón y los pendejos estaban decididos a quemarlo completo, así que el Suegro decidió que era mejor vigilarlos y los acompañó a chelear un rato. Al poco rato sintieron la presencia de un Poltergeist que golpeaba las paredes del furgón, la cantidad de aditivos que tenían en la sangre les permitió vencer los miedos y acercarse a investigar, alumbraron con una linterna el interior del furgón y descubrieron a Master... ¡levitando!, mientras tiraba golpes para todos lados y gritaba: ¡Ahí viene de nuevo!... ¡la puta que la parió!- ¿Sería una pesadilla acerca de un vuelo muy turbulento o todavía andaba arrancando?. La luz de la linterna lo hizo reaccionar probablemente, porque dejó de levitar, se acomodó y siguió durmiendo tranquilito.
La Tía comentó en la mañana que en un momento pensó que se estaba quemando la carpa por el calor que sentía y que se debe haber correspondido más o menos con el momento en que los pendejos, aburridos de tirarle de a pocos de bencina al tablón, decidieron posar el botellón plástico con un buen par de litros de combustible, sobre el fuego, el que a pesar de sus pronósticos no se encendió de inmediato y tuvieron que tirarle piedras y tarros para voltear la botella hasta que una llamarada gigante estuvo a punto de calcinar a los pendejos, los coleman, las sillas, la camioneta de Cabecita, los parapentes y la carpa del Willy. Menos mal que se acabó la bencina y los pendejos se fueron a acostar, junto con el Suegro que ahora hacía la maniobra Spiral Dive para salir con un Looping terriblemente cuático.
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