Spiga

Intento Record Tocopilla-Iquique 2002

Al aproximarse los finales de Noviembre de 2002, uno de los gestores del histórico vuelo Paquica-Iquique realizado el año anterior, se ponía cada vez más nervioso porque el tiempo pasaba y aún no lograba organizar al ecléctico grupo de pilotos de parapente del que formaba parte, con el propósito de repetir la hazaña del año recién pasado. Esta vez con un trayecto un poco más ambicioso: Tocopilla-Iquique sin escalas. Pero al Petit las cosas se le estaban complicando un poco, tenía algunos pilotos interesados (varios más de la cuenta), ahora necesitaba dos vehículos todo terreno y sólo había conseguido uno, también necesitaba petróleo para los vehículos, suministros para alimentar a los participantes y motivar a algunos más reticentes con la promesa de un vituperio como nos merecemos, o sea, pantagruélico y varias cosillas más que no viene al caso enumerar. Pero Petit no veía la luz al final del oscuro túnel en que estaba metido, y las condiciones climatológicas excepcionales no se iban a repetir hasta el próximo año de modo que el asunto era cada vez más urgente.

Para ser franco, no recuerdo a quién se le ocurrió la bendita idea de presentar el anteproyecto de deporte-aventura en la asociación que nos agrupa, identifica, clasifica, descalifica y luego nos separa entre malos y buenos, con una objetividad bastante parcial para el gusto de muchos, pero que le vamos a hacer, así es la ACHVLZN. Cierto daltonismo atávico solo le permite distinguir entre blancos y oscuros.

La idea era simple; 6 pilotos que puedan volar en esas condiciones, 2 choferes todo terreno para el rescate, un par de carpas, algo para comer y beber, una guitarra tal vez, cierta cuota de espíritu aventurero y un cancionero para que yo no cante las mismas canciones de siempre (¡Esa poh, la que le gusta a mí!, pediría Canito).

Los pilotos interesados eran el mismo Petit, el Palomo, Canito, el gringo Robin que se nos había acoplado las últimas semanas, Krosty, Master que llevaba las chelas y yo, recientemente bautizado como Suegro por los pendejos faltos de respeto con sus mayores. Un amigo del Canito, el Pelao, tenía una Nissan Terrano, podía choferear y hacer maravillas con un poco de Havanna, hielo, limón y Coca-Cola. El indio Xavie también podía hacerlas de chofer (si le pasaban algo con motor y ruedas y un poco de petróleo para funcionar él mismo), así que era bien poco lo que faltaba. Algunos eran más reticentes que otros a recurrir a la asociación por distintos motivos que al fin y al cabo no tenían nada que ver con aspectos deportivos. Al final, el Master nos convenció de que por intermedio del Maragain se podría presentar una especie de proyecto a la directiva de la asociación y hacer algo bonito y entretenido. Así fue como varios de nosotros llegamos hasta las oficinas que Maragain tenía en la calle Gorostiaga con las ideas muy claras respecto de lo que queríamos hacer.

-¿Y han pensado en la seguridad?- fue lo primero que nos dijo Maragain en cuanto terminamos de exponer la idea.

-Seguro- dijo Canito, mirando con cara de interrogación al Petit.

-Claro, por eso llevamos dos vehículos de rescate- confirmó Petit.

­-¿Algún paramédico? ¿Alguien que sepa primeros auxilios?- insistió Maragain, y siguió enumerando las cosas imprescindibles que íbamos a necesitar.

-¿Camilla?, ¿cuellos ortopédicos?, ¿ambulancia?, ¿bomberos? ¿Un juez FAI para homologar el récord?

En ese momento, me asaltaron un par de dudas en tanto que las palabras “ambulancia” y “camilla” seguían resonando en mi oído medio, al ritmo que marcaba el martillo que le daba al yunque como bombo en fiesta y empezaban a saltar alarmas de emergencia en distintas zonas de mi cerebro; ¿Para qué los bomberos? ¿Existe alguna posibilidad de que se incendie el parapente? ¿Cuello ortopédico? ¿Qué mierda hago aquí? ¿Tendré tiempo para inscribirme en algún curso de Tai-Chi? ¿Acaso me sentiría mejor en un campeonato de pool o de ajedrez? ¿Harán asados tan divertidos como el último cumpleaños del Master? (González todavía debe alucinar con la paracaidista que le hacía a la parrilla y su performance de antología).

-El viejo Lulo es juez FAI- dijo el Master, tajante y definitivo, con una sonrisa que se parecía mucho al ataque de un gran blanco (Carcharodon Carcharas para los más intelectuales).

-¿En serio?- casi se le caen los globos oculares al Maragain que no tenía idea.

-De verdad- insistió el Master, con el apoyo de Canito y el Petit que movían sus cabezas en gesto afirmativo.

-¿Mi taita es juez FAI?- preguntó el Palomo que no podía dejar de intervenir con su volatilidad característica mientras ponía esa cara de incredulidad que lo distingue.

No voy a repetir ahora la cantidad de cosas que le dijimos al Palomo en ese momento, sino recordar que un par de llamados más tarde, teníamos la confirmación de la calidad de juez FAI del Lulo ante el asombro de Maragain y la sorpresa del Palomo, su propio hijo, que no se había enterado hasta ese momento.

A Maragain le pareció una idea excelente, siempre y cuando no obviáramos los requisitos de seguridad -al fin y al cabo, la mayor parte del tiempo íbamos a estar lejos de los centros urbanos y de la ayuda necesaria ante cualquier emergencia y bla,bla,bla- y se comprometió a presentar la idea ante la directiva de la asociación, es decir; Price, también conocido como Chato Prai$$$, presidente vitalicio de la ACHVLZN.

Es probable que nadie le haya informado a Prai$$$ que los estatutos de la asociación señalan claramente que el presidente no puede ser reelecto. Es posible también que sí le hayan informado y por eso las elecciones se hacen en asambleas ordinarias bastante peculiares donde debería participar todo el mundo, pero por problemas de comunicación algunos no se enteran hasta que es un hecho consumado. Pensándolo bien, lo más seguro es que Prai$$$ no haya leído los estatutos que ayudó a redactar, porque de otra manera no concibo que todos los socios de los clubes deban asistir a las asambleas, o que los deportistas deban inscribirse y pagarle cuotas directamente a la asociación, en lugar de inscribirse en clubes y estos pagar sus cuotas a la asociación donde serían representados por sus delegados correspondientes en las asambleas, sin necesidad de pasar por el bochorno de que las distintas especies y genotipos de pilotos se mezclen en forma injustificada. Lo increíble es que los estatutos están a disposición de todo el mundo en la página web de la asociación, pero nadie les ha echado siquiera un vistazo. Bueno, creo que estoy exagerando, alguien si los ha leído y les puedo asegurar que es bastante instructivo.

Varios días más tarde de lo programado está todo listo, la idea le gustó a los directivos; ahora quieren ir varios más y van a faltar vehículos. De vuelta a la planificación, veamos cuanta gente más; Prai$$$, Maragain, Eitel, Chung, el Lulo, Philip y Marcelo Pairoa porque de alguna manera la noticia le llegó hasta Santiago y la conciencia no lo iba a dejar dormir si no participaba. Vamos a necesitar un bus y ya no podemos dormir en carpa pues hombre. ¿a quién se le ocurrió la estúpida idea de dormir en el suelo? También vamos a necesitar un hotel o algo parecido entonces, el Lulo se acuerda que hay un par de pilotos en Tocopilla; Emilio y el McArthur, de repente les puede interesar la idea y a lo mejor hasta nos echan una mano.

Los días siguen pasando y la cosa se complica más. Hay que ser socio de la ACHVLZN y tener las cuotas al día para participar, con lo que se logra amargarle la vida a medio mundo y marginar al gestor de la idea, uno de los pocos con posibilidades reales de completar el tramo. Pero los planes siguen adelante, se propone arrendar un bus para todo el mundo, Maragain aporta su propio Jeep, y Philip su camioneta doble cabina con chofer incluído siempre y cuando la asociación se raje con el combustible, de modo que el Pelao y el indio Xavie también quedan fuera de concurso. Al tesorero se le debe haber dislocado la mandíbula cuando se enteró que el Jeep de Maragain tiene un motor de 24.560 cc (o algo parecido), es cierto que rinde 2 kilómetros por litro en carretera. Pero, permite subir arriba de cualquier cosa y quiero decir... cualquier cosa y... y... la envidia me corroe las entrañas.

Se hacen reuniones alternativas, llamadas van y vienen para tratar de arreglar el engorroso asunto, Petit manda a todos a la mierda y organiza un asado en su casa para olvidar las penas. En medio de la algazara “alguien” pasado de copas abduce el celular del Pelao y llama a Maragain a una hora menos que adecuada para increparlo duramente usando epítetos que me da vergüenza repetir ahora y que además mi procesador de textos reemplaza por pitidos. El nombre Daniel apareció en el celular de Maragain quien entre el tequila, los tacos, las quesadillas y otros aditivos usados en la comida mexicana, trataba de recordar al parapentista detrás del nombre, lo que era una misión imposible ya que el Pelao, con suerte había volado como pasajero en biplaza.

Después del ataque de artillería verbal, al Maragain no le quedaban ganas de hacer nada y no quería vernos ni en pintura rupestre, pero la maquinaria siguió rodando y otros implicados siguieron adelante con sus asignaciones. Ya no había marcha atrás.

Una semana mas tarde de lo que convenía -según Petit- estaba todo listo para partir. Bueno, casi. Menos mal que a la hora de almuerzo se me ocurrió preguntar donde había que reunirse para iniciar la aventura y me empiezo a enterar de las malas noticias:

  • No había bus para el grupo.
  • No cabíamos todos en los vehículos de Maragain y Philip.
  • Maragain quería conocer a alguien llamado Daniel para hacerle cirugía facial reconstructiva (gratis).
  • Querían llevar al Canito al comité de disciplina y obligarlo a cortarse el pelo y lavarse las patas.
  • Me tenía que ir en bus y seguro que no encontraba pasaje.
  • No podía contactarme con el Master para confirmar el suministro de los líquidos reconstituyentes indispensables.
  • El Petit no contestaba el celular o lo tenía apagado.
  • Maragain no me creía que yo no había participado en el vituperio en que se hiciera el infame llamado telefónico.
  • Aún no me llegaba mi licencia de piloto y era una exigencia.
  • El Canito no quería ir por miedo a que Maragain se desquitara con él y le reacomodara los dientes y la nariz.
  • No se iba a permitir ningún tipo de libación etílica, o sea, cero copete.
  • Las sustancias que pudieren provocar efectos alucinógenos menores también estaban prohibidas así que yo no iba a ser el único descontento.
Cuando ya perdía las esperanzas de participar en la actividad, Maragain me informó que habían logrado conseguir un furgón ya que a alguien se le ocurrió llevar a un par de bomberos para que nos apoyaran en cualquier eventualidad y no cabían todos en los dos vehículos. De modo que se habían visto obligados por las circunstancias a arrendar un vehículo adicional.

Por fin logré contactar al Master que me confirmó su asistencia, me costó un poco convencer al Canito de que se arrimara al punto de encuentro y me apresuré a preparar mis cosas e informarme adecuadamente de los pormenores del conflicto que tenía a medio mundo disgustado con el resto del mundo.

Llegué al punto de reunión elegido y solo estaban Krosty, el Palomo, el Lulo, y el Canito que estaba enojado conmigo porque el Maragain le había echado la media foca cuando se apareció en el lugar con su cara llena de risa. Cuando estábamos comenzando a pensar que nos habían tomado el pelo apareció Prai$$$ para confirmar que el vehículo venía en camino y aprovechó de decirle a Canito que Maragain le quería sacar la cresta. Nos costó un poco convencer a Canito de que Prai$$$ estaba bromeando y que no le iba a pasar nada “muy malo”. Llegaron Eitel y Philip, luego apareció el Master sin chelas porque no había tenido tiempo suficiente para abastecerse. Al rato apareció Maragain con su copiloto Chung que andaba con una especie de yeso de tecnología de punta (que estaba hecho de plástico negro, similar a su piel y poseía varias correas muy convenientes para ajustarlo a la medida deseada), producto de un mal aterrizaje durante la semana, no iba a poder volar, pero tampoco se lo iba a perder. Seguía a Maragain un híbrido entre furgón, casa rodante, minibús, ambulancia y remolque que se habían conseguido a precio de ganga con chofer incluido.

Se saludó casi todo el mundo, me imagino que Canito se sintió un poco desamparado en ese momento hasta que entre el Master y yo le arreglamos el ánimo con la promesa de una aventura que no iba a olvidar.

Partimos todos muy seriecitos y tratando de entibiar un poco el gélido ambiente del furgón en que íbamos separados por una barrera invisible; Prai$$$ de copiloto, luego Eitel junto al Krosty que es camaleónico y posee una capacidad de adaptación asombrosa, el Palomo y el Lulo deben haberse sentido algo grises en medio de todos y al final del cosamóvil nos acomodamos Master, Canito y éste fiel narrador. Maragain iba en su Jeep con su fiel copiloto Chung y Philip por su parte en su propia camioneta junto a los bomberos. En Tocopilla se nos iban a reunir Emilio, McArthur y Pairoa que venía desde Santiago.

Pasamos a echar combustible al servicentro Shell de Playa Brava y el Master se nos perdió con la excusa de que iba a comprar algo para comer. Volvió con un par de empanadas y algo mucho mejor, una caja completa de Aysén heladitas, que tuvimos la precaución de almacenar con sigilo en el fondo del bus hasta que partiéramos.

Si bien es cierto, las condiciones meteorológicas imperantes en la zona de Tocopilla, impidieron siquiera llegar cerca de la meta trazada, no es menos cierto que el selecto grupo de aventureros del aire tuvo la oportunidad de registrar otros hechos y récords que serán ampliamente recordados por las generaciones futuras.

En el transcurso de los primeros 15 minutos de viaje, el Palomo se fumó más de 10 cigarros de diferente marca y procedencia ya que le pechó hasta al chofer, lo que podría ser considerado una especie de récord de mayor consumo de cigarrillos “lucky”.

El Eitel se lució como estilista y con la ayuda de un par de cómplices logró inmovilizar a Prai$$$ durante los 10 segundos que le tomó teñirle el pelo de un moderno tono lila lo que también puede ser considerado como un récord, ya que no es fácil trabajar con un modelo tan inquieto como un gato en tina de baño en tan corto tiempo.

Mención honorífica merece el Master por ayudar a conseguir el récord a la Ley Seca más breve del mundo, la que duró exactamente desde Cavancha hasta la Universidad Arturo Prat, momento en que el Master abrió la primera chela y varios pasajeros estiraron sus manos en forma automática al escuchar el melodioso sonido característico, que suena algo así como Tssssssss.

El viaje transcurrió sin incidentes notables hasta que llegamos al Loa, donde nuestro chofer se ganó el premio a la estupidez, ya que al ser requerido a presentar su licencia de conducir, se percató de que ¡no la tenía! Casi se lo llevan preso por la gracia y casi logra que el grupo completo de pasajeros del bus obtuviera el récord del intento más breve de lograr un récord. Menos mal que la licencia del Lulo le permitía manejar el bus y que conocía a un par de personas asignadas a ese lugar y que eran las adecuadas para impedir el desastre.

De más está mencionar que Prai$$$ lucía un look estupendo con su pelo teñido de lila y peinado al copete que hizo furor durante la parada en el control aduanero del Río Loa. Pensándolo bien, éste debe haber sido uno de los motivos porque el carabinero del control solicitó el carné del chofer.

Mientras estábamos anclados en la aduana y parecía que no íbamos a ninguna parte, se hicieron esfuerzos desesperados para comunicarnos con el equipo de avanzada utilizando los handys, pero no había caso, así que Eitel sacó de entre sus cosas un equipo de radio para auto, con antena, ptt y todo que se podía enchufar al encendedor y funcionó fantástico los primeros 5 segundos, hasta que empezó a echar humo. El maldito furgón usaba una batería de 24 volts, el maldito chofer lo sabía, pero no se le ocurrió que eso fuera a hacer algún problema, y como no conocía a nadie se sentía un poco cohibido, así que decidimos darle un poco de confianza para evitar situaciones similares en el futuro inmediato.

El poco de confianza que le dimos al chofer resultó excesivo, el hombre rompió las barreras de la comunicación y habló hasta por los codos, resultó ser mas cuentero que el Lulo, y entre sus trabajos anteriores había sido domador de elefantes, enrollador de anacondas, estacionador de cocodrilos, comandante de submarino, miembro honorario de los servicios de inteligencia y, amigo personal de Pinocho, Gepetto, Blanca Nieves y los siete enanitos.

Un poco más allá del Loa se acabaron las Aysén sin ayuda del chofer y con muy poco esfuerzo del Eitel, luego hicimos algunos intentos fallidos para socializar y el chofer funcionó como crisol de nuestros esfuerzos y objeto de nuestra inventiva, esto le supuso ciertos “derechos heredados”, por lo menos a la réplica.

Llegamos después de la una de la mañana a Tocopilla y la conga estaba de miedo en un par de tugurios que estaban peligrosamente cerca del hotel donde alojamos, considero apropiado destacar que algunos valientes, que no van a ser mencionados para proteger a los inocentes, hicieron acopio de energía y se marcharon en aras de la sociabilidad con los nativos del sexo opuesto.

El día sábado por la mañana, fue un poco lento, Emilio nos condujo a su despegue especial, al que se accedía con gran esfuerzo físico y mochila al hombro, donde pudimos constatar el pésimo estado físico de todos, especialmente de Canito y el Leo que no se la pudieron con las mochilas y tuvieron que ser socorridos por el abuelito Master y el abuelito Prai$$$ que al ver las filosas rocas que se asomaban por todos lados, decidieron pasar a integrar el equipo de apoyo y dejaron sus mochilas a buen resguardo. Robo-Chung llegó último a la cima del cerro La Cruz, arrastrando su sexy pata negra, cuasi implante cibernético de última tecnología que ya no hacía juego con su semblante. Lo increíble es que llegó hasta la cima del puro susto de quedarse solo abajo, que se le apareciera el chupacabras y lo hiciera chupete.

Despegamos y ligerito se me notó la falta de experiencia interregional cuando me metí en el rotor del cerro y me colgué de una descendente para llegar al próximo promontorio arrastrando el culo, por mucho que luché durante largos minutos, ante el asombro de los espectadores que me deben haber imaginado estampado entre las rocas varias veces, sólo llegué hasta el "corral de los chanchos" como llamara despectivamente a su viejo lugar de aterrizaje el Emilio.

Me subí profundamente humillado al vehículo que me estaba esperando y tuve una sorpresa inaudita cuando al dar la vuelta al cerro que me impidió el paso, me encontré al grueso del equipo aterrizado, los únicos que quedaban volando eran Eitel que aterrizó minutos más tarde, y Pairoa y el Palomo que tuvieron una dura lucha para avanzar un poco más al norte, viéndose en la obligación de aterrizar horas más tarde en las cercanías de Punta Arenas (la playa). Con éste agridulce triunfo Pairoa se hizo acreedor del récord a la mayor distancia recorrida, considerando la increíble cantidad de millas acumuladas en su viaje desde Santiago, sin desmerecer su excelente vuelo junto al Palomo.

La tarde transcurrió sin mayores sobresaltos, pero luego llegó la noche y nos desperdigamos tratando de sacar algún provecho del viaje. Entre las curiosidades que sucedieron cabe destacar el récord al mayor kilometraje recorrido a pata pelada que se ganó el Master, que se recorrió completito el centro de Tocopilla ante el asombro de los transeúntes que lo veían pasar y pensaban que una versión más chica, más flaca y más peluda de Kung-Fu se había arrancado de la tele. El atraso de la vecina ciudad ante las nuevas tendencias de la moda se hizo evidente cuando al querido Master no lo dejaron entrar a la disco si no se ponía zapatos.

Esa misma noche se hizo acreedor al récord de velocidad en 200 metros con obstáculos el mismísimo chofer del bus mientras corría desesperado por entre mesas, sillas, transeúntes y vehículos. Mención honorífica merece el garzón que lo perseguía con la boleta del consumo que había olvidado pagar (sic).

Al otro día, mientras recapitulábamos, pudimos apreciar la gran ubicuidad y el timing perfecto de Krosty que no se perdió ni una sola actividad digna de mencionarse, algunos dicen que llevaba un clon en la mochila, otros creen que puede viajar en el tiempo, de esa manera se entera de que hubo un carrete y se devuelve en el tiempo para poder participar. Lo cierto es que siempre aparecía en todos lados donde ocurriera algo interesante como por arte de magia.

La nota freak de la noche la puso el Palomo al retirar la astronómica suma de $1.500 de un cajero automático (para cooperar con la teletón según él) pero los malintencionados y deslenguados de siempre a los cuales me adhiero sin compromiso, creemos que fue para comprar cigarros porque todos se habían aburrido de mantenerle el vicio.

El segundo día amaneció bastante lacio y las caras estaban como para hacer un concurso de monstruitos, tras una breve discusión en que nadie se atrevió a levantar la voz (para no sufrir consecuencias desagradables), decidimos intentar el despegue desde Paquica en lugar de Tocopilla, ya que el primer tramo se había visto demasiado complicado para las condiciones imperantes, así que cargamos todos los bártulos en los vehículos y partimos raudos al punto elegido. Al llegar a Paquica por un camino endemoniado (para el pobre minibús porque los otros vehículos no tuvieron problemas), nos encontramos con el gringo Robin que estaba acompañado de otro piloto extranjero a la espera de las condiciones apropiadas para el despegue. Para que decir que las condiciones llegaron tarde y no eran las más apropiadas para el vuelo apacible y agradable que esperaba Philip, tras muchos intentos de encumbrarnos sobre la meseta y cruzar hasta la cara norte del cerro y después de algunas discusiones radiales, el flamante juez FAI en acuerdo con los pilotos más avezados decidió poner fin a la prueba y mandó a todo el mundo a aterrizar, por suerte había guardado un par de Escudo en mi mochila a modo de lastre porque hacía un calor infernal.

Las caras estaban un poco largas durante el viaje de regreso hasta que apareció Maragain repartiendo unas latas verdes que hicieron maravillas por el ánimo general. Más tarde recalamos en una caleta que nos encontramos a medio camino, para reponer energías. Estábamos a mitad del almuerzo cuando se desencadenó un temporal de viento que hizo que todos nos miráramos asustados pensando en lo que le hubiera pasado a cualquier piloto que se hubiera encontrado con un viento como ése. Algunos se asomaron fuera del “restaurante” para admirar las maravillas de la naturaleza y respirar un poco de tierra, pero otros nos sentíamos más seguros con un par de paredes alrededor nuestro.

Ahora, al recordar los sucesos, no puedo dejar de admirar con asombro la capacidad de convencimiento del Lulo que a la hora de ejercitar la lengua le hacía el peso al chofer del bus. Voy a citar algunos de sus logros que más llamaron mi atención:

  • Convenció a casi todo el mundo de que él no tuvo nada que ver con "cierto llamado telefónico" que aún tiene repercusiones.
  • Convenció al Prai$$$ que la Quarx-2 es muchísimo mejor que la anterior y que es la vela ideal para él.
  • Me convenció a mí que la Spark es mucho más segura que la Spear y casi le compro (menos mal que no tenía plata).
  • Convenció al Robin de que realmente necesitaba comprarse una silla nueva para volar los dos últimos días que iba a estar en Iquique.
  • Convenció al chofer del bus para que lo acompañara a una fuente de soda, luego convenció al garzón de que él había pagado su cuenta anterior y que la última ronda la había invitado el viejo chico que acababa de salir corriendo.
  • Convenció al McArthur de que ésta era la última vez que le metía una visita tan parlanchina en su casa (tengo la impresión de que el Pairoa está recién aprendiendo los monosílabos y le cuesta un poco usarlos).
  • Convenció al Emilio de que el despegue desde Punta Paquica era más seguro que el de Hospicio.
  • Convenció al chofer de submarinos para que manejara el bus por el "impecable" camino antiguo que llega justo hasta el despegue de Paquica.
  • Convenció al Master de que la Cristal es mejor que la Escudo.
  • Convenció al Cano para que se quedara en la misma pieza con él ya que iba a estar más seguro que en la iglesia (la del padre Tato suponemos).
  • Convenció al Palomo que le iba a regalar una vela nueva si llegaba a Iquique volando de nuevo.
  • Convenció al Philip para que se inscribiera en el próximo curso de seguridad que iba a dictar en Antofagasta (le aseguró un 25% de descuento).
  • Convenció al Emilio, al Chung, a Canito, al Palomo, a mí e incluso al chofer de que necesitaban cambiar de vela y que ahora era el momento justo aprovechando las rebajas por cambio de temporada. No hallo la hora de juntar la plata.
No puedo dejar de mencionar la excelente organización de la expedición ejecutada por Maragain, por su buenísima disposición y capacidad de resolver problemas durante la marcha, mención especial merece el trámite notarial realizado después del horario normal de atención a público y la capacidad de improvisación al momento de reponer algunos suministros "indispensables" para los exploradores.

Una última reflexión amerita la cohesión y entendimiento del grupo completo que actuó casi todo el tiempo como si fuera una sola persona, excepto al momento de pagar las cuentas en que volvían a ser entes individuales con características únicas e inigualables (el chofer es un caso totalmente aparte).



Iquique, Diciembre de 2002